jueves, 19 de enero de 2012

JORNADAS DE PAZ Y DIGNIDAD, CAMPESINOS Y ECOALDEANOS: una sola tribu en tres visiones

PRIMERA
El pasado 5 de enero pasó por la Universidad del Valle el grupo que hace el recorrido desde México hasta la Patagonia, con las llamadas Jornadas de Paz y Dignidad. Estas Jornadas se vienen realizando por grupos y personas que declaran seguir el “el camino antiguo de los amerindios”. Para el recibimiento logramos convocar cerca de 60 personas de la ciudad de Cali, que de una u otra forma somos sensibles a estas iniciativas. En el altar del recibimiento unas pocas palabras, una declaración de compromiso con “la causa de la tierra” y un grito de “Ayachacha” (Voz quechua) de cierre. Breve. Los marchantes necesitaban descansar.

¿cómo definir a quienes son sensibles a estas iniciativas? Y sobre todo ¿de qué iniciativas se trata?

Una primera característica de estas iniciativas, que se autodenominan- en su forma radical- como camino rojo, es su declaración de “rescate” y “reconstrucción” de la cultura amerindia. Curioso es que el movimiento indígena no hace presencia en estas iniciativas en Colombia. Algunos yageceros… pero no los cabildos o al menos una de sus comisiones de trabajo.

SEGUNDA
El campesino definido por las visiones economicistas y socialistas ahogó por muchos años la imagen del campesino en su dimensión humana. “Productor parcelero” le decíamos a los campesinos en “nuestra época” para tomar distancia de la imágenes políticas, económicas y sociales que dominaban las imaginaciones que propugnaban por cambios sociales y políticos. Corría la década de los ochentas.

El tamaño del asunto es tal, que si se revisa la música “nacional” de Colombia, se repara que Toda es campesina. Del Bambuco al Currulao, del Vallenato a la Carrasca, del Joropo al Bunde. De ese tamaño el olvido. De ese tamaño el desastre de nuestra guerra cuyas víctimas principales ha sido la gente del campo.

El tamaño del asunto es tal que son estas personas, que llamamos genéricamente como campesinos, quienes están en primera línea para el tema ambiental. Viven con el “recurso natural”. Son guardianes o verdugos de “nuestras” aguas, “nuestras” selvas, “nuestros” animales… Nuestras en el sentido de necesidad no de propiedad.

Si miramos el tema campesino desde la una óptica más amplia, más humana, más justa en las proporciones que se lo amerita, entonces el tema resalta por una realidad contundente: el abandono jurídico del campesino y en contraste a este abandono la ventaja jurídica indígena que tiene el poder de definir un territorio y con este la posibilidad de construir una territorialidad. No es lo mismo defender un derecho parcela por parcela que por “paquetes”!

Campesinos cundiboyacenses así lo han entendido y se declaran descendendientes de los “Müiscas”. En consecuencia se decidieron a recuperar la identidad de este pueblo antiguo regido por Bacatá y toda su corte de deidades. Las fuentes de esta inspiración, esta invocación, fueron los Mamus de la Sierra Nevada de Santa Marta que acudieron a entregar información que guardaban de estos “hermanitos”. Hoy en día se reconstruyen rituales a partir de cantos guardados por generaciones.

TERCERA
Casi 500 personas de más de 25 países se reunieron del 7 al 14 de enero pasados en la Ecoaldea Atlántida. El evento se denominó LLAMADO DE LA MONTAÑA 2012, ENCUENTRO IBEROAMERICANO DE ECOALDEAS. Ver tanta gente de tan diversas procedencias convergiendo en el “amor a la tierra” es un aliento que anima a reconocer que otro futuro es posible. Amar a la tierra mientras se siembran alimentos es una alabanza que estas personas practican en iniciativas de producción sostenible. Aquí también se siente el “Camino Rojo”.

Entusiasma además verlos ocupados en llevar adelante tecnologías sensibles con el tema ambiental y ecológico: Letrinas secas, aguas de lluvia recolectada, comida vegetariana, cultivos orgánicos, altares... la intención está viva en los ecoaldeanos. El remate de esta imagen lo representa el mercado de trueque armado en último día en la Maloka… “truequié” nariz de payaso por plumas, unguento Madre Selva por caracolito tallado... pude vivir una fantasía convincente en su potencia de otras relaciones.

Y mientras los miro, pienso qué fácil resulta evitar lo que nos confronta en la actitud de los ecoaldeanos, al llamarlos raros, hippis... mientras siguen ahí creciendo como comunidad hace 40 años. ¡Asumiendo de manera radical una Otra forma de vida!

Este es el imaginario que pesa cuando reconozco en los ecoaldeanos un intento de volver a ser campesinos. Las características de este grupo humano de intelectuales urbanos que vuelven al campo proclamando con su palabra y su acto que aman la tierra, están lejanos de parecerse a lo que las postales nos tienen habituados cuando hablamos de indígenas, e incluso campesinos. Pero la consigna “todos somos indígenas del planeta tierra” que enarbolan quienes se reconocen como ecoaldeanos o con ganas de serlo, este principio de reconocimiento, de autoreconocimiento, es a la vez la definición de una intención que los guía. Su fe. Volver a ser campesinos considero que es su estrategia.

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martes, 3 de enero de 2012

NOTAS DE HOSPITAL


Tomado de: http://bit.ly/tEqdo1
En el hospital leyendo a Sándor Márai y esperando a que el grupo médico pase revista a mi hermano convaleciente.

El profesor y las estudiantes rodean la cama del enfermo. Hablan sobre su situación. Calculan probabilidades. Como en la película de Pach Adams, el paciente no tiene nombre. Y si además padece esquizofrenia, entonces no tiene la razón.

Este cuadro de tan repetido parece lugar común. La deshumanización de la práctica médica es un disco rayado. Disco rayado, obsolescencia lingüística de la época de los discos de acetato: dícese de lo que se repite y se repite sin noria que lo salve. Si atendemos el caso entonces abría que redefinir la medicina en sus principios Hipocráticos, un recitación que dicen en los primeros años de formación. Quizá el día del grado. Una oración para unos cuantos que son tan escasos como los actos heroicos.

En nuestra comarca –como mínimo-, la práctica médica por pura estadística es un oficio que trata enfermedades no personas. Y con la Ley 100 se convirtió en algo así como “la explotación comercial de la agonía” que menciona S. Márai en sus Diarios 1984-1989.

Me asomo a la habitación y veo que los cuadernos de una estudiante están sobre los pies del paciente. Afortunadamente el paciente se ha dormido, así la estudiante no corre el riesgo de dejar de tomar notas tan cómodamente como ahora que mira sin pestañear a su profesor.

Comprendo la frase que acabo de leer de S. Márai: “La gran prueba de la vida no es la muerte sino el morir”