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Tomada de: Calendario Solar de Machu Picchu |
Cada 22 de septiembre ocurre el equinoccio.
Un suceso astronómico producido por la relación de inclinación del globo
terráqueo a 23º con respecto a la elíptica y el giro sobre esta elíptica en
torno a la estrella que nos provee la energía que enciende nuestros procesos
vivos. De manera relativa, visto desde la tierra, en esta fecha el sol se “coloca”
equidistante de los polos. En su recorrido aparente en el horizonte, el sol
“viaja” de norte a sur en esta fecha. Para nosotras significa el inicio de las
lluvias.
Se sigue insistiendo en afirmar que el 22
de septiembre marca el equinoccio de otoño; lo que equivale a decir que empieza
dicha estación. El argumento es que estamos al norte y por eso nos corresponde
esa estación. Cali está al norte, efectivamente, 3,5 grados no más por encima
del Ecuador geográfico.
En términos culturales, terreno de lo sutil
y con muy pocos aliados entre el activismo, se olvida que esa tendencia a
nominar los sucesos cósmicos desde una perspectiva de hemisferio norte, es una
referencia instalada por nuestro sistema educativo cuyo referente de modelo
sigue siendo EE.UU y Europa. Frente a esa “respuesta automática” surge el grito:
el sur también existe! Empieza la Primavera!.
Recuperar nuestra sintonía con las
tradiciones de los pueblos antiguos de américa, que es uno de los propósitos de
quienes celebramos rituales en coincidencia con fechas estelares, implica
seguir el camino de esas tradiciones y estas se fundaron en la observación,
registro y marca ritual de sucesos que nos permiten búsquedas de sentires de
una dimensión propiamente cósmica. Estas ceremonias equinocciales y
solsticiales a las que asistimos son, de alguna manera, la siembra de una
ritualidad sintonizada con los eventos de la naturaleza, entre los cuales las
fases de la luna y el "recorrido" del sol a lo largo de nuestro giro,
son las más sobresalientes.
¿Por qué seguir usando denominaciones de
manera mecánica y no hacemos el esfuerzo por nombrar nuestra realidad tal como
se nos presenta? Una realidad con periodos imprecisos, sin la poesía de la
primavera, ni la nostalgia otoñal. Pero nuestra al fin y al cabo!
¿Acaso de eso no se trata, todo este
esfuerzo? ¿En situarnos aquí y ahora?
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