martes, 24 de mayo de 2011

FLEXIONES; two

Salir de “occidente” es posible e imposible, pero en todo caso necesario: potenciar el “occidente” que copió la tecnología pero se quedó atrapado en una mitología monoteísta construida en el desierto. ¿Qué nos impide preguntar a los dioses que ayudaron a construir con su experiencia el ser humano, el astrolabio y la astronomía, el cero y el Gnomon, la pólvora y la imprenta, el alfabeto y el álgebra, la papa, el maíz, el fríjol y el tomate, el bronce y la pirita? ¿Por qué no seguirlos para aprender de ellos y construir con ellos?

Las academias parecen prohibirlo: abren el pensamiento en Aristóteles y lo cierran en Kant y la ciencia clásica, sin sentir cómo les respira en la nuca Zoroastro y cómo muestran nuevos caminos otros pensamientos, otras físicas (caos y fluidos), otras experiencias.

Si continuamos nuestro camino completaremos la vuelta del planeta, el eterno retorno en la esfera en que vivimos, como el ser vivo que viene de la nada y parte hacia la nada. “El tren que llega es el mismo tren de la ida”, canta Milton Nacimiento. Solo que esta vez, como nos lo anuncia el poeta griego Kavafis, más sabios.

Volver a “occidente”, para volver a partir, superando en definitiva una nomenclatura que no parece funcionar de veras en un mundo redondo: ¿”Occidente”? ¿”Oriente”? Tal vez astronómicamente sobreviva el Norte y el Sur, por aquello de la nutación, la precesión y el magnetismo, los osos polares, los pinguinos y los Inuit , pero también históricamente por aquello de las desigualdades y las exclusiones que persisten.

Foto tomada de: http://cdn.alt1040.com/files/2008/01/escher_photo.jpg

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